Desde la primera infancia nos acostumbramos a recibir cumplidos y elogios. Escuchamos únicamente a las personas que halagan nuestro trabajo e inflan nuestro ego. Los elogios resultan siempre bienvenidos, pero no ponen de manifiesto los puntos que podemos utilizar para mejorar nuestro producto, proceso, vida profesional o personal. Necesitamos un buen feedback.
Buscando el buen feedback
Trabajé en una empresa que tenía un producto utilizado por miles de usuarios internos y externos. Este producto se construyó a partir de las opiniones de varias decenas de interesados a escala interna.
Pasado algún tiempo, el equipo percibió que esos interesados pedían cada vez menos cambios y solo hacían elogios. No conformes, colocaron en la función principal del producto un enlace a un cuestionario con una única pregunta abierta: “¿Qué problema encontró para realizar esta función?”
Al usar la palabra problema, dejaron claro que no querían elogios. El resultado del cuestionario fue la redefinición completa del sitio, desde el icono hasta la modificación del flujo principal del producto.
Este ejemplo puede extrapolarse a la vida profesional. Normalmente nos quedamos esperando, pasivamente, a que un gerente o nuestro equipo nos proporcione un feedback ¿Cuándo fue la última vez que le preguntó a alguien “Qué problemas percibe en mi trabajo”? ¿Cuáles fueron las expectativas que no logró alcanzar? ¿Cómo ello podría haberle ayudado? Las respuestas a estas preguntas pueden ser duras, pero son las que proporcionan una mejora continua de su vida profesional.
Recibí un feedback. ¿Qué hago?
Los puntos de atención del feedback son como regalos que se reciben. Usted puede guardarlos en el fondo del cajón y no utilizarlos nunca o incorporarlos a su vida. Si opta por la segunda opción, cree su Backlog de Feedback. Describa el problema que desea resolver, los objetivos que desea alcanzar y las métricas que indican si sigue el camino correcto. Haga una lista y priorice las acciones que le ayudarán a alcanzar su objetivo, ejecute, evalúe y adáptese.
Mientras desempeñaba el papel de Coach Ágil, recibí un feedback que indicaba que mi voz era muy grave y difícil de entender. Algunas personas permanecían con una cara interrogante cuando yo hablaba. Otras preguntaban: “¿Qué has dicho?”, “¿Qué?”, “¿Eh?”...
A partir de ese problema, tracé mi objetivo: Aumentar mi habilidad de comunicación. La meta era reducir la cantidad de preguntas mencionadas hasta el momento del Rio Scrum Gathering, cuando participase en el Coaches Clinics.
Sabía que no sería tarea fácil y busqué ayuda de profesionales de fonoaudiología. Acompañé el progreso contando las veces que alguien no entendía lo que yo había dicho y me pedía que lo repitiese. El gráfico siguiente muestra la evolución y cómo alcancé mi objetivo.
Gráfico semanal donde se expone la reducción de la cantidad de preguntas de las personas que no comprendían lo que yo decía.
Si usted solo ha recibido elogios, es el momento de recoger feedbacks que nos permitan mejorar en nuestra vida profesional o personal.
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